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Caza Mayor

El mejor cazador de «Los Picos Tormentosos», tal era mi título. A lo largo de numerosos años no había nadie que pudiera traer una mejor caza que mi persona. El poder de «El Terror de las Nieves» y la agilidad de «La Sombra Aullante», no eran nada frente a mi arco y mi lanza, y ahora sus enormes calaveras de prominentes dientes y cuernos adoran el interior de mi cabaña, la más grande del clan.

Estas montañas se encuentran a gran distancia al norte de la población más cercana. Lo más que llegamos a ver de la gente de las tierras bajas son hechiceros y druidas en busca de hierbas raras que solo aparecen en esta cordillera. El viejo Raestek viene dos veces al año por esa misma razón.

Pero esta vez fue diferente.

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Hacia una nueva vida

La tormenta arreciaba en torno al acantilado, dejando en la oscuridad el juicio que estaba siendo realizado en su borde. Decenas de metros más abajo, dónde la roca se encuentra con el océano, un furioso torbellino se había formado con el cambio de marea, cuyo rugido ensordecedor llenaba el ambiente.

El juicio, dicho a gritos entre la lluvia, a la luz de las lámparas, era presenciado por las escasas decenas de personas que habían sobrevivido a la masacre tras huir al interior de la isla. En el borde del precipicio, atado y zarandeado por el viento, un viejo capitán esperaba el veredicto de sus compatriotas.

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La vida del familiar – IV

Mi historia está acercándose a su final, aunque en aquel momento no podía hacerme a la idea de cuanto podía cambiar mi vida. Como la paz antes de la tormenta, esta etapa de mi existencia es una de paz y alegría. Mi maestro consiguió el puesto que el maestro Cohen le había comentado. Al principio el cuerpo estudiantil se mostró reticente en poner a alguien tan joven como profesor, pero tras una prueba de aptitud no pudieron negar el brillo del talento y el conocimiento que el maestro Cohen había visto tantos años atrás.

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La Vida del familiar III

Volví a abrir los ojos y la escena frente a mi era similar a aquella primera vez, pero como todo con el paso del tiempo, incluso aquel bello recuerdo parecía transformado. La figura ante mi no era un joven infante con la sonrisa de la ilusión y la victoria, sino un joven adulto mal acicalado dado lo severo del viaje. La sonrisa seguía ahí, pero era mas de alivio que de gozo, y sus ojos se veían enrojecidos por un llanto que había conseguido aguantar de mala manera.

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La vida del familiar II

Nunca, repito nunca, cambiéis de forma a vuestro familiar. Puede parecer una tontería, pero lo digo en serio. ¿Sabes lo confuso que es llevar años como un gato y que de repente te vuelvas un pulpo? ¿Por qué tantos brazos? Incluso si mi maestro me aviso de antemano no hay quien pueda prepararse para un cambio como ese. Sí, técnicamente dada mi naturaleza arcana sé instintivamente como hacer funcionar dicho nuevo cuerpo, ¡pero sigue siendo extremadamente raro!

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La vida del familiar I

Sé quién soy. Sé lo que soy y todas las uniones que me atan a este mundo. Por esto resulta extraño tener la total certeza de que estoy viviendo los primeros instantes de mi vida. Soy un familiar, de eso estoy seguro. Un ente arcano con forma animal creado como compañero y sirviente de un mago. Aunque aun no conozco mi forma, sé que soy más inteligente que los seres a quienes me asemejo. Sé que tengo poderes menores; sé que técnicamente no puedo morir; sé esto y mucho más, y por eso abrir los ojos por primera vez resulta tan extraño.

Lo primero que veo no me ayuda a sobreponerme a esta sensación. Me encuentro en una habitación sencilla pero bien decorada, una habitación infantil de alguna familia adinerada, y frente a mi el dueño. Un niño, de mofletes pecosos y cara redonda enmarcada por un cabello castaño rizado sin control alguno. Sus ojos azul oscuro brillan como el sol visto desde las profundidades del océano, y una sonrisa a la que algún diente falta la acompaña. Me mira con emoción, como si esperase algo de mi o no se creyese que yo existiera.

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Oscuro legado

Una vez más despierto en la oscuridad. Las viejas tablas de madera carcomida que en su día fueron colocadas para sellar la ventana dejan pasar unos miseros rayos de luna llena, añadiendo al fantasmagórico ambiente al que estoy acostumbrado. Es difícil decir por cuanto tiempo he estado durmiendo, pues una vez muerto los días se suceden sin control. Nada cambia en una buhardilla abandonada por los habitantes de la casa, prohibida terminantemente la entrada.

Doy una vuelta por las viejas estanterías y los montones de objetos tirados por doquier. Que poco respeto por la historia de esta familia. Todos y cada uno de esos mementos forman parte de su herencia. Cuentan como una pequeña familia de magos cualquiera llegó a la alta sociedad, famosos en el mundo entero por su arte, lideres en su campo. De la nada a la riqueza; y así lo abandonan. Generaciones olvidadas porque las nuevas reniegan de lo que sus ancestros hicieron, aunque sea la razón de su bienestar social actual, llegando al punto de tornar esta casa hacia la servidumbre de un dios que odia terminantemente este antiguo arte.

Y aquí paso los días, los años, las generaciones; esperando a que alguien con la curiosidad suficiente para saltarse las prohibiciones familiares entre en la buhardilla y descubra el gran tesoro de la magia que llevan en su sangre. Nigromancia. La misma magia que me ata a mi propio grimorio, ahí en un estante cogiendo polvo, permitiéndome mantener mi consciencia y servir de guía a generaciones futuras… aunque mucha suerte no he tenido.

De vez en cuando sube algún infante, aunque de vez en cuando puede ser para mi década, pero la mayoría huye despavorido del miedo, pierde el interés al ver las ruinas de lo que fue, o no sube una segunda vez tras la regañina de sus padres. Sin embargo, este día siento algo distinto, como si mi despertar hubiera sido animado por el propio destino. Solo mirar al cielo desde las rendijas puedo ver que estamos en una noche de gran poder mágico. Una noche de sucesos sobrenaturales. Un buen presagio.

Al poco de notar este detalle, cual pequeña prueba a mi teoría, escucho ligeros pasos acercándose a la entrada de la habitación, subiendo las antiguas escaleras hasta esta buhardilla. La puerta se abre con el crujido de la edad, tan cómoda como había estado durante tanto tiempo en la misma posición. Frente a mi se alzaba un joven de redondo rostro aun infantil, pelo negro azabache liso cortado al estilo militar, probablemente no idea suya. Camisa blanca, pantalones con tirantes y unos zapatos marrones. A pesar del polvo y suciedad que ya se había posado sobre él, puedo ver la calidad de su atuendo. Aunque renieguen de su legado, no puedo evitar sentir cierto calor en mi incorpóreo cuerpo al saber que mi familia sigue teniendo un buen vivir.

Tan atento estaba a fijarme en el joven; los ojos que me recordaban a los de mi sobrina Eris, ese puente de la nariz clavado al de mi padre, entre otros detalles; que no había reparado en que su interés en sus alrededores había desaparecido bruscamente. No por falta de curiosidad en lo que aquella habitación contenía, pero sino porque había visto algo que absorbía su atención por encima de todo… yo mismo.

Aquello era una sorpresa, los “Ojos de la Tumba” son una habilidad que circula en nuestra sangre, pero no lo había visto desde que la familia dejo atrás el estudio de la nigromancia. La capacidad de ver los espíritus anclados a este plano es lo que desarrolló tanto nuestro arte, el arma secreta tras nuestro éxito… y este joven los posee.

Por unos instantes no supe como actuar. No podía dejar pasar aquella oportunidad, pero tampoco quería asustarle tanto que no quisiera regresar. Especialmente porque ver espíritus y no comprender dicho mundo puede llevar a alguien a la locura.

Afortunadamente ninguno de mis temores tomó forma. Verme únicamente aumento el interés que él tenia en este mundo. Un par de palabras por mi parte, un par de explicaciones, y ya le había puesto en el camino de sus ancestros. Con mi grimorio en mano, permitiéndome abandonar esta pútrida habitación olvidada y así seguirle, el joven regresó a su dormitorio con un nuevo interés, una nueva meta, y un nuevo maestro que le guiaría el resto de su vida.

Nacimiento de un profeta

La habitación de piedra era oscura, sin luz, aunque con una extraña aura rojiza en sus paredes. La temperatura sofocante, aire enrarecido, y claramente el pobre prisionero llevaba allí demasiado tiempo. Él estaba en terribles condiciones. Sus ropajes otrora blancos estaban desgarrados por doquier y manchados de sudor, sangre, y otras manchas cuyo origen provenía de las torturas a las que había sido sometido. Extrañamente su piel no estaba marcada con cicatrices; su cabello dorado parecía recién lavado, contraposición completa al resto de la habitación. Pero tal era su naturaleza celestial, como las prístinas alas emplumadas y el brillante halo sobre su cabeza atestiguaban.

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Las aguas de la unión

Arrodillado sobre la cama, agarrando su mano con fuerza, solo podía ver entre lagrimas como el amor de su vida se desvanecía poco a poco. La piel de la joven era pálida, con bolsas bajo los ojos, pegados a los huesos por una perdida excesiva de peso. Su largo cabello otrora rojizo había perdido su intensidad dejando paso a canas severamente prematuras. Extrañas cicatrices como cortes por su cuerpo denotaban su extraña enfermedad. Aun respiraba, pero la lentitud con la que se movía su pecho y el frío de su piel no deparaba nada bueno.

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No parar de escribir: el mundo del PJ

Crear un mundo no es fácil. Países, ciudades, culturas, organizaciones, creencias… un millón de cosas para tener en cuenta, por lo que es normal que a veces se llegue a un punto de no saber como continuar; especialmente si tus jugadores se han ido por donde no debían y ahora tienes solo unos días para improvisar una población entera. Es por esto por lo que, como algunos de mis compañeros ya han hecho, me gustaría comentar un método que a mi me ha servido para salir del atolladero.

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